Urvashi Bailo

Aceptar los ciclos y dejar de pretender ser siempre feliz

Esa presión, ese mandato por estar bien, por ser feliz siempre y a toda costa! Casi que a veces se convierte incluso en estar persiguiendo ser otra persona. No se como lo ves, pero a mi además de ser algo lejos de la realidad me parece que responde a un cuento de hadas más que a la realidad humana y es que en los ciclos de la vida, en el constante cambio y transformación las personas también cambiamos, cambia nuestra salud emocional y estado de ánimo constantemente, ¡aleluya, estamos vivos!

Veo a muchas personas en consulta a lo largo de la semana y puedo observar como nos han inculcado (¡y me incluyo!) la creencia de que estar mal es negativo, que los duelos hay que superarlos rápido, que la rabia hay que controlarla, que no hay que estar triste ni llorar. ¿Cuántas veces te han dicho lo de «no llores, seguro que todo va a estar bien»? En esa presión por ser feliz y «al mal tiempo buena cara» nos educan, y también a que hay cosas de uno mismo que hay que solucionar y cambiar como moneda de cambio para ser feliz y estar pleno, como si así tal como uno es tuviese una tara o fallo y hay que mejorar algo….

bueno…. como os digo me siento muy lejos de estos principios de película en la que hay arco iris de fondo y el sol brilla siempre…

¿Qué tal si cambiamos lo de tener que alcanzar ser feliz por practicar ser consciente, total y auténticos con lo que nos pasa? Por supuesto acompañando esto de altas dosis de compasión y aceptación hacia uno mismo, aceptando dones y limitaciones como herramientas para crecer, ser más amoroso con uno mismo y poder aceptarse. Si bajas a tus infiernos emocionales lo único que realmente te puede mantener ahí es el amor a ti mismo y a la vida, te aseguro que perseguir la felicidad en ese momento no te sacará de allí, pero quizás si lo haga el tomar tu corazón y su latido como maestro resiliente, que hoy está así, y lo acepta, lo abraza son juicio y sin expectativas por como tendría que ser.

Ahí viene la clave: Cuando ya no me juzgo, ni me quiero cambiar, ni dejo de perseguir metas «new age» teñidas de color de rosa me doy cuenta que tengo la posibilidad de encontrarme conmigo mismo, con lo que soy, con mi totalidad, mi belleza y mi carencia y en esa rendición a mi momento, a mi verdad, si algo se tiene que transformar se transformará, pero lo hará no porque esté presionando para que así sea, se transformará porque estaré más cerca de mi corazón.

Eso no es algo fácil ni difícil, simplemente se necesita de coraje para profundizar en uno mismo, en aceptar el momento presente y quedarse ahí, un rato, o un ratazo… el tiempo que sea necesario para aprender de ello, sabiendo que la vida nos cuida a cada uno de nosotros. Simplemente date toda la contención que necesitas y se total con lo que te está pasando.

La realidad es que cuando uno se permite ser total, entonces, la tristeza, el dolor, el llanto, la rabia… se transforman más fácilmente en otra cosa ya que no es necesario agarrarse a ellos como únicas verdades existentes. Todas estas emociones y estados de ánimo clasificados como «negativos» llegan, te atraviesan y los dejas partir sin identificarte tanto, sin victimizarte. Estarás triste, si, pero si lo albergas en tu corazón, le das espacio y lo expresas libremente se irá antes que si tratas de ocultarlo o hacer ver que no está pasando.

Osho solía decir que hay que celebrar todo, tanto la risa como el llanto, la alegría y la tristeza y lo siento enormemente verdadero.

Poder quedarse, tener el coraje de sentirlo… si te aceptas a ti mismo incluso estando mal ¿sigue habiendo espacio para ello? La respuesta es que eso genera el terreno propicio para lo nuevo que viene ya que me lo he permitido

Fíjate en los ciclos de la Tierra, de otoño se pasa a invierno, este se transforma en primavera y por último a verano, y de ahí de nuevo a otoño y así en un ciclo infinito de muerte y renacimiento. Sal a la naturaleza o al jardín y observa una planta o un árbol. A mi me encanta fijarme en los rosales de jardín, aunque puedes fijarte en cualquier especie. Los rosales en otoño pierden sus hojas, en invierno no son más que un tallo sin vida y seco, pero llega primavera y poco a poco recuperan su color verde, crecen nuevas hojas y finalmente florecen. El rosal seguro que nunca estuvo incómodo en otoño y nunca se dio por vencido en invierno, simplemente acepta su naturaleza y sabe que todo es cuestión de tiempo, todo pasa, nada es para siempre.

Así es en ti, en mi, en todos, nada es para siempre. Hoy estás arriba, feliz y pletórico por ello, te encanta. Mañana quizás estarás abajo, triste, melancólico o rabioso, ojalá puedas estar también pletórico por ello comprendiendo que todo va y viene

A mi se me llena el corazón de alegría cuando en las sesiones de Rebirthing una persona durante el proceso o en la misma sesión de respiración «toca fondo» y se rinde a ello, lo honra y lo abraza, en ese instante sucede la magia. Ya no hay nada que querer cambiar, todo se viste de rendición y vulnerabilidad, de puro amor y así es porque empieza a haber apertura a la vida, apertura al misterio, y si… finalmente apertura a estar bien, pero otro tipo de «estar bien», es la confianza suprema de que todo está bien esté como esté

Ilustración: Mia Okhi